martes, 16 de febrero de 2010

Tan calida como fría

Ella, testigo de muchas eventualidades.
Testigo involuntaria de sonrisas temerosas
y de lágrimas furiosas.

Desearía haberle dado algo más.
Desearía haber estado a la altura
de semejante aventurera.

Pero apenas la visitaba, le di poco y nada,
mis tristezas que entraban por mis oídos en la voz del viento
y mis sonrisas contenidas reposaban sobre mi hombro izquierdo.

Pero no mucho más… fui mundano
y reserve mis verborragias para que no se de cuenta
que no tenía nada que decir.

Que no estaba listo para hablar de carroñas,
reservar mis misterios para otro dia,
cuando vuelva a acariciarla con mis pies podridos

A la testigo, la molesta, vil y sucia.
Tan calida como fría, tan viva como muerta.
La Inmensa Arena.

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